domingo, 26 de septiembre de 2010

En honor a...

Anoche me invitaron a ver el concierto de Mago de Oz en el Sant Jordi Club. De entrada no es un grupo al que hubiera ido a ver, sin embargo fui por quien me invitó sin imaginar en ningún momento lo que ese concierto significaba para las cuatro personas que iban.

Descubrí a Patricia Tapia de KHY que actuaban de teloneros. Alguna letra interesante y una voz que me cautivó. Pero el gran descubrimiento de la noche fue el gran homenaje no anunciado que se le hizo a una persona que yo no conocía.

Un padre con su hija, una madre con su hijo y yo. Sale al escenario Mago de Oz y la emoción les invade. Previamente el hijo, entre bromas, pedía que nos expandiéramos para tener sitio para movernos cuando empezara el concierto. Luego descubrí que el espacio no era para eso, sino para su padre. Canciones que hacían asomar lágrimas a los ojos de él y de su madre...y una canción que hizo que los cuatro lloraran abrazándose recordando momentos compartidos con un padre, un marido, un amigo y un padrino. Todos lloraban por el dolor de los otros y todos lloraban al mismo tiempo por su propio dolor. Contemplé la escena con un nudo en la garganta mientras pensaba que la muerte a veces es cruel arrebatándonos a un ser querido, pero al mismo tiempo nos permite recordar sólo lo mejor de esa persona, permitiéndonos honrarle nuestros pequeños homenajes. La muerte, en el fondo, me resulta la más benévola de las separaciones. Poder llorar a quien se ha ido sin malos recuerdos, sin dolor, sin reproches, sin rabia...

Quizás por lo definitivo de la ausencia, quizás porque sabemos que nunca volverán, quizás porque necesitamos llorarnos a nosotros mismos...cuatro personas lloraban abrazándose con un sentimiento tan fuerte que hasta yo sentí cariño por ese hombre que no estaba allí pero que lo llenaba todo.

Gracias por haberme hecho partícipe de ese momento.