miércoles, 21 de julio de 2010

La cajita...

Aquella mañana despertó con una finalidad: encontrar la cajita. Ni siquiera había pensado en ella en los últimos tiempos y dedujo que debía haber tenido un sueño esa noche en la que la cajita había sido la protagonista. Por más esfuerzos que hizo en intentar recordar en qué consistía el sueño no lo consiguió.

Mientras tomaba el primer café del día acompañado de un cigarrillo se sintió extraña. Una sensación cálida de un tiempo ya muy lejano la envolvió. Saboreó ese momento...y revivió un escalofrío que recorría su cuerpo, unas mariposas en el estómago, un rubor en sus mejillas fruto de su timidez, el calor de una mano que cogía la suya, la humedad de unos labios que besaban los suyos, el deseo que nacía de su sexo, la sonrisa que provocaba la conversación del otro, la mirada que admira los ojos del otro....

Se abrazó unos instantes mientras todo ello era de nuevo vivido, los ojos cerrados, su mente llena de recuerdos...Siguió pensando en la cajita y con decisión dejó el café y se puso a buscarla.

Empleó en la ardua tarea de sacar todas las cosas del altillo, del armario empotrado y de los altos de armario varias horas. Pero por fin encontró aquella cajita de cartón que ella misma había decorado con arena de playa. Se fue con ella a la cocina, se sentó de nuevo donde empezó a revivir esa mañana...y temblorosa la abrió. De su interior salieron purpurinas de diversos colores volando, como si hubieran estado esperando el momento de verse liberadas, dejando a la vista un papel amarillento en la base de la caja.

Con dedos temblorosos sacó el papel, que debido al paso del tiempo y a la enorme cantidad de purpurina almacenada, permanecía pegado a la base. Con una caligrafía temblorosa y restos de lágrimas que borraron parte de los trazos, pudo leer aquello que decidió guardar, renunciando desde aquel momento en adelante a vivir con ello: SENTIMIENTOS.

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