Hay veces que la vida te coloca en la difícil tesitura de luchar por seguir viviendo o bien tirar la toalla. Ambas cosas son tareas que implican un desgaste que lleva a una situación crítica.
Aunque no siempre es así, sí que con frecuencia tenemos la oportunidad de entrar en cuidados intensivos, unidad de semicríticos o unidad de vigilancia intensiva. Mientras estás en esa sala todo el mundo, además de tú mismo, se preocupan de que tu corazón siga latiendo. Para ello intentan que el resto de tu cuerpo esté en las mejores condiciones posibles. Si algo caracteriza esa sala, es porque todos los pacientes que allí están se debaten entre la vida y la muerte.
Algunos ya no salen de allí, lamentablemente, acabando sus días en lugar aséptico e impersonal, lejos de la gente que les quiere.
Otros salen para ir a planta, donde se recuperan poco a poco del susto que casi les quita la vida. Y es en esta nueva etapa donde cada momento es crítico. Es decir, donde cualquier cosa, por ridícula o insignificante que parezca puede cobrarse la vida que antes no se cobró una enfermedad mucho más grave.
Cuando se sale de semicríticos se supone que disponemos de la capacidad para que nuestro corazón vuelva a latir como antes...pero no siempre tenemos las herramientas. A veces un simple costipado nos tapa las vías respiratorias y de nada sirve que el corazón quiera seguir latiendo....llega la muerte de la manera más tonta.
En la vida es así: cuando las relaciones están resentidas por una gran enfermedad cualquier frase puede ser el costipado que haga que nuestro corazón deje de latir por esa persona.
Aunque no siempre es así, sí que con frecuencia tenemos la oportunidad de entrar en cuidados intensivos, unidad de semicríticos o unidad de vigilancia intensiva. Mientras estás en esa sala todo el mundo, además de tú mismo, se preocupan de que tu corazón siga latiendo. Para ello intentan que el resto de tu cuerpo esté en las mejores condiciones posibles. Si algo caracteriza esa sala, es porque todos los pacientes que allí están se debaten entre la vida y la muerte.
Algunos ya no salen de allí, lamentablemente, acabando sus días en lugar aséptico e impersonal, lejos de la gente que les quiere.
Otros salen para ir a planta, donde se recuperan poco a poco del susto que casi les quita la vida. Y es en esta nueva etapa donde cada momento es crítico. Es decir, donde cualquier cosa, por ridícula o insignificante que parezca puede cobrarse la vida que antes no se cobró una enfermedad mucho más grave.
Cuando se sale de semicríticos se supone que disponemos de la capacidad para que nuestro corazón vuelva a latir como antes...pero no siempre tenemos las herramientas. A veces un simple costipado nos tapa las vías respiratorias y de nada sirve que el corazón quiera seguir latiendo....llega la muerte de la manera más tonta.
En la vida es así: cuando las relaciones están resentidas por una gran enfermedad cualquier frase puede ser el costipado que haga que nuestro corazón deje de latir por esa persona.
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