martes, 20 de octubre de 2009

Jugando con fuego

Tener 15 años puede ser una desgracia o, si tienes suerte, el mejor momento de tu vida. En mi caso, era el mejor momento de mi vida. Hacía apenas un año que se separaron mis padres y a pesar de no haber sido una proposición, sí que es cierto que le encontré el lado bueno al tema. Consigues más cosas de ellos por separado que cuando eran un tándem y formaban una muralla inquebrantable.

El año pasado en el cole me quedaron un montón, de hecho sólo aprobé tres y una de ellas era gimnasia. Así que mis padres, por primera vez unidos en todo ese tiempo de separación, decidieron que era mejor cambiarme a un instituto público y que cambiara de amistades. La jodieron!

Los primeros días de curso fueron una verdadera mierda. Me sentía sola y observada por el resto de la clase. Hasta que jugó su papel mi imagen y entablé conversación con un chaval de bachillerato. Desde ese momento el instituto empezó a tener su atractivo, salía en el patio a la calle con él y su colla y luego ya ni volvía a clase.

Los fines de semana pasaba de quedarme en casa y siempre he encontrado alguna amiga que me invitara a pasar la noche en su casa. Ideal! Así mi madre, que es con quien paso casi todo el tiempo no sabría ni a qué hora llegaba.

El problema es que con ellos soy más yo, más libre...y más temeraria. Me cuelo en el metro, a pesar que mis padres me den tarjeta multiviajes, y el otro día les llegó una multa a casa de 40 €. Pero eso no fue lo peor. Hace quince días llamaron de una tienda de ropa a los mossos d'esquadra y tuvo que venir mi madre a buscarme. Había intentado llevarme ropa por valor de 60€. Pero tener 15 años te hace inmune y que quedes impune. Esa es mi suerte...

....y mi desgracia. Porque ahora mis padres se han aliado para hundirme. Ayer hablaron con la tutora, y no es la primera vez, pero en esta ocasión han decidido poner por medio a los servicios sociales y a un psicólogo del departamento d'Ensenyament. He hecho cara de buena niña diciendo que tienen razón y que veo que hago mal, pero sabes? Me la suda! Que ellos hagan lo que quieran que yo haré lo que me de la gana. Al fin y al cabo no les necesito para nada...

Esta historia es real. Es lo que está viviendo un compañero de trabajo que ve con impotencia como se puede ir al garete el trabajo de años. De nada sirve casi nada...nada podemos decirle para que enderece el camino de su hija. Se están perdiendo valores por ganar qué? Libertad?. Me queda bien poco para que mis hijos estén en ese grupo de riesgo (cada vez más riesgo y cada vez más probabilidades) y os aseguro que estoy acojonada.

3 comentarios:

3'14 dijo...

y, niña... el mío ya sabes que tiene 6 y ya estoy acojonada...
Y es que cada vez entran antes a la preadolescencia, jodeeeeeeeeer!!! ¿Cómo poder detener esa precocidad para tu propio hijo si el resto de amigos/compañeros de clase siguen avanzando??

Neo dijo...

Es normal ese miedo, pero imagino que, como todo en la vida, hay que confiar en el trabajo que se ha hecho años atrás.
Si hay algún síntoma ahora de que eso pueda pasar, hay que actuar. Si no, y aunque sé que es mucho más fácil decir que hacer, no hay que tener miedo a lo que no existe.
Un besazo!

Anónimo dijo...

Quiza el problema es que nos sentimos responsables de lo que hacemos y de lo que no hacemos.De ahí la trampa, lo saben y se aprovechan. A lo mejor si aprenden que mi vida es mía y la suya suya, a lo mejor ven un autolímite.