Me monto en un caballo de crin gris, me cuesta subir a su montura debido a su altura, pero lo consigo. Empieza la ruta y me aferro a las riendas con fuerza mientras mis piernas apretan con fuerza el lomo del animal. Cuando llevamos una hora galopando paramos a tomar un refresco. Hace mucha calor fuera, más la que desprende el animal. Ando disfrazada para protegerme en caso de caídas. Agarrotada por la tensión del temor a lo desconocido consigo relajarme mientras tomo mi cocacola. Monto de nuevo en la grupa de mi caballo y puesto que ya hemos cogido confianza con el animal, nos metemos por caminos más difíciles y que requieren un buen acoplamiento de jinete y montura. El caballo va solo y yo me dejo llevar sin oponer resistencia. El camino es más agradable, el aire que me da en la cara me hace sentir viva...Y tras ese camino pasamos a otro que requiere más dominio pero que por contra es más placentero que el correr sin más. Mi caballo es precioso, y empiezo a quererle por darme esos momentos de felicidad. Sé que quizás pase mucho tiempo hasta que pueda permitirme el lujo de otra excursión como la de este finde, pero eso lo único que logra es que absorba cada instante y lo disfrute como si fuera único.
Comida y charla con el resto de participantes de esta actividad. Hablamos de hendiduras de medidas perfectas, bromeamos mientras nos vamos dando a conocer...tenemos unas cuantas horas por delante que compartir...El camarero tiene una minusvalía y entabla conversación con nosotros. Nos sirve los cafés entre sonrisas. Parece que ha refrescado y estamos cansados por la vivencia. Hablamos de pasados que ya no están en el presente. Hablamos de futuros a unas horas vista. Hablamos de ejercitar el control, del lenguaje no verbal, de la seguridad, de las ganas de vivir, de amores de horas o años, de dejarse llevar, de ubicarse, de aprender nuevas maneras de hacer, de ajustar los tiempos, de nuevos retos, de relajación, de no darle tantas vueltas a las cosas...
Unos ciclistas hacen una carrera...Hay una planta llena de abejas que llama mi atención...Entre las muchas abejas encuentro un ejemplar diferente, que no sé qué es...y quizás por eso capta mi atención. Me atrae hasta conseguir que mi objetivo sólo le vea a él.
Soñar es una manera irreal de vivir, vivir a veces es la mejor manera de soñar.
Gracias por haberme hecho disfrutar tanto que siento que floto...
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