jueves, 13 de mayo de 2010

Amor

Dicen que de todo, incluso de las desgracias, se puede sacar algo positivo. A veces ese algo es la lección. Otras es el poder cambiar el rumbo de tu vida.


Eso es lo que le pasó a Xevi. Se encontró en febrero del año pasado con la muerte de su padre y una carta de despido. Debido al ingreso hospitalario de su padre primero y de mi madre después, pasó unas cuantas horas entre pacientes. Allí descubrió algo que hasta ese momento era desconocido totalmente para él: su vocación por hacer que la gente que no tiene libertad para moverse o para salir de un centro sonría.


Desde ese momento se puso manos a la obra. Se preparó para ser gerocultor y destacó desde el primer momento en las prácticas que tuvo que realizar. Desde Octubre del año pasado su vida se ha volcado en llevar a cabo su sueño. Recuerdo que uno de esos días de hospital acompañando a mi madre, me dijo: 'Sabes? Me gustaría no tener que trabajar para dedicar parte de mi tiempo a escuchar las historias que las personas mayores pueden contar.' Ahora no sólo escucha sus historias, les hace reir y les trata con el cariño que sólo un hijo puede dar a un padre, sino que además cobra por ello.


No le falta el trabajo, puesto que tanto en los centros como en los domicilios particulares por los que ha pasado, le prefieren a él. Eso le ha llevado a dedicar todos los días de la semana demasiadas horas de trabajo, sin fines de semana ni cenas en familia. Dice que le gusta demasiado su trabajo, que disfruta y que se siente realizado con él. Le oyes hablar y no es el dinero lo que le motiva, sino el saber que esos abuelos le quieren a él.


Sin embargo, algo me dice que no es del todo compatible el amor al trabajo sin horarios, con la vida en familia y pareja. Y como todo en esta vida, pasa factura. Pagándola estamos. Espero que encuentres el equilibrio...como única opción para poder mantener las dos cosas. Tstimo.

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