Como decía Serrat hace muchos años 'El mundo está loco'.
Leo el diario gratuito 20 minutos mientras me fumo un cigarrillo y sigo sintiendo escalofríos. No importa cuántos casos oigamos en los telediarios de agresiones y violencia, sigo escandalizándome. Que siempre ha habido episodios de violencia no es necesario decirlo, todos lo sabemos. Que los medios últimamente dedican más tiempo a ellos, también. No sé dónde vamos a parar...es una burrada. Digo burrada por no decir que esto se está escapando de madre, que no puede ser que tantas agresiones queden impunes, que no podemos seguir viviendo con miedo, y que, cada día más, es más duro ser madre en estos tiempos que corren.
No creo que ningún padre/madre pretenda en estos tiempos tener a sus hijos en burbujas, sería absurdo. Todos sabemos la cantidad de 'peligros' que acechan a nuestros pequeños. Y también sabemos que no podremos evitarles alguno de ellos.
En mis tiempos, cuando yo era una niña, todo era muy diferente a ahora. Final de la época franquista e inicio de la 'democracia'. Los mayores eran la autoridad y se les hablaba de usted. A todos. Sin excepción. Los adultos se vanagloriaban del respeto que les teníamos, pero cabe decir que en muchos casos no era respeto, sino miedo lo que nos infundían. Los padres de la generación de los míos, presumen hoy en día de la 'obediencia' que les regalábamos, de no necesitar pegarnos ni gritarnos para que acatáramos sus órdenes (que no directrices). Era una 'sumisión' porque éramos débiles a su lado.
Es más, cualquier adulto que te viera actuar de manera incorrecta por la calle, era autoridad competente para darte el alto. Y tú, niño, atendías al adulto con ese sentimiento de culpa con el que muchos hemos crecido.
Crecimos sin libertad pero con sueños de ella. Reprimidos en muchos aspectos, castrados en otros. Con responsabilidades desde pequeñas en casa, que entonces la igualdad entre los sexos en tareas domésticas era impensable, ahora es pensable pero no igualable (pero eso sería otro tema, lo de que ellos ayudan o colaboran pero no es equitativo). Desde bien pequeños sabíamos de las limitaciones económicas de nuestros padres, del esfuerzo de ellos trabajando en más de un empleo, de cómo hacían cabriolas para poder tener las necesidades básicas cubiertas (colegio, comida, ropa). Crecimos con carencias pero con una madre que estaba siempre en casa cuando llegabas del cole a mediodía a la que contarle cómo te había ido la mañana.
Algo ha cambiado desde entonces. Bueno...algo....algo....muchas cosas han cambiado desde entonces. Nosotros, los que ahora estamos en los 40, somos padres/madres. Y después de haber vivido en esa represión de los padres estamos viviendo la satiración de los hijos. Pecamos quizás de intentar cubrir en nuestros hijos las carencias que tuvimos nosotros con nuestros padres. Y así nos encontramos en este mundo del consumismo como víctimas fáciles, cayendo en el gran error de intentar que nuestros hijos no sientan que son menos que otros niños por no tener. Fíjate bien lo que he dicho : ser menos por no tener. Y como nos sentimos culpables por estar todo el día fuera de casa trabajando (lo de sentirse realizado en el trabajo obviémoslo) intentamos compensar nuestra ausencia con otras cosas (gameboys a los 5 años?) porque además hay algo más que tener en cuenta, y es que no sólo queremos que no les falte detallito a nuestros hijos, sino que tampoco tenemos ese tiempo para sentarnos a jugar con ellos al parchís...y las maquinitas, el pc y la tele, son un recurso fácil y cómodo para tenerlos entretenidos y hasta contentos.
Luego leo cosas en la prensa y pienso...¿cómo podemos bajarnos de esta noria que no deja de dar vueltas y más vueltas sin llevarnos a ningún lado? ¿Cómo instaurar en nuestros menores los valores necesarios para que crezcan sanos y equilibrados? Sin duda el secreto esté en nosotros. En cada uno de nosotros que estamos jugando a ser padres con un patrón tan contrario al que habíamos recibido cuando hijos.
Podría sentirme culpable también en esto. Al fin y al cabo creo que me he sentido culpable desde el primer llanto de nacer. Pero aunque sea culpable y nada me exima de tal culpa, hay algo que la palía. Vivimos sometidos a nuestros padres y ahora vivimos sometidos a nuestros hijos. Ditadores y dictadores. Unos y otros. No quita la culpa...la pagamos.
Leo el diario gratuito 20 minutos mientras me fumo un cigarrillo y sigo sintiendo escalofríos. No importa cuántos casos oigamos en los telediarios de agresiones y violencia, sigo escandalizándome. Que siempre ha habido episodios de violencia no es necesario decirlo, todos lo sabemos. Que los medios últimamente dedican más tiempo a ellos, también. No sé dónde vamos a parar...es una burrada. Digo burrada por no decir que esto se está escapando de madre, que no puede ser que tantas agresiones queden impunes, que no podemos seguir viviendo con miedo, y que, cada día más, es más duro ser madre en estos tiempos que corren.
No creo que ningún padre/madre pretenda en estos tiempos tener a sus hijos en burbujas, sería absurdo. Todos sabemos la cantidad de 'peligros' que acechan a nuestros pequeños. Y también sabemos que no podremos evitarles alguno de ellos.
En mis tiempos, cuando yo era una niña, todo era muy diferente a ahora. Final de la época franquista e inicio de la 'democracia'. Los mayores eran la autoridad y se les hablaba de usted. A todos. Sin excepción. Los adultos se vanagloriaban del respeto que les teníamos, pero cabe decir que en muchos casos no era respeto, sino miedo lo que nos infundían. Los padres de la generación de los míos, presumen hoy en día de la 'obediencia' que les regalábamos, de no necesitar pegarnos ni gritarnos para que acatáramos sus órdenes (que no directrices). Era una 'sumisión' porque éramos débiles a su lado.
Es más, cualquier adulto que te viera actuar de manera incorrecta por la calle, era autoridad competente para darte el alto. Y tú, niño, atendías al adulto con ese sentimiento de culpa con el que muchos hemos crecido.
Crecimos sin libertad pero con sueños de ella. Reprimidos en muchos aspectos, castrados en otros. Con responsabilidades desde pequeñas en casa, que entonces la igualdad entre los sexos en tareas domésticas era impensable, ahora es pensable pero no igualable (pero eso sería otro tema, lo de que ellos ayudan o colaboran pero no es equitativo). Desde bien pequeños sabíamos de las limitaciones económicas de nuestros padres, del esfuerzo de ellos trabajando en más de un empleo, de cómo hacían cabriolas para poder tener las necesidades básicas cubiertas (colegio, comida, ropa). Crecimos con carencias pero con una madre que estaba siempre en casa cuando llegabas del cole a mediodía a la que contarle cómo te había ido la mañana.
Algo ha cambiado desde entonces. Bueno...algo....algo....muchas cosas han cambiado desde entonces. Nosotros, los que ahora estamos en los 40, somos padres/madres. Y después de haber vivido en esa represión de los padres estamos viviendo la satiración de los hijos. Pecamos quizás de intentar cubrir en nuestros hijos las carencias que tuvimos nosotros con nuestros padres. Y así nos encontramos en este mundo del consumismo como víctimas fáciles, cayendo en el gran error de intentar que nuestros hijos no sientan que son menos que otros niños por no tener. Fíjate bien lo que he dicho : ser menos por no tener. Y como nos sentimos culpables por estar todo el día fuera de casa trabajando (lo de sentirse realizado en el trabajo obviémoslo) intentamos compensar nuestra ausencia con otras cosas (gameboys a los 5 años?) porque además hay algo más que tener en cuenta, y es que no sólo queremos que no les falte detallito a nuestros hijos, sino que tampoco tenemos ese tiempo para sentarnos a jugar con ellos al parchís...y las maquinitas, el pc y la tele, son un recurso fácil y cómodo para tenerlos entretenidos y hasta contentos.
Luego leo cosas en la prensa y pienso...¿cómo podemos bajarnos de esta noria que no deja de dar vueltas y más vueltas sin llevarnos a ningún lado? ¿Cómo instaurar en nuestros menores los valores necesarios para que crezcan sanos y equilibrados? Sin duda el secreto esté en nosotros. En cada uno de nosotros que estamos jugando a ser padres con un patrón tan contrario al que habíamos recibido cuando hijos.
Podría sentirme culpable también en esto. Al fin y al cabo creo que me he sentido culpable desde el primer llanto de nacer. Pero aunque sea culpable y nada me exima de tal culpa, hay algo que la palía. Vivimos sometidos a nuestros padres y ahora vivimos sometidos a nuestros hijos. Ditadores y dictadores. Unos y otros. No quita la culpa...la pagamos.
4 comentarios:
En mi modesta opinión, de aquellos polvos vienen estos lodos. Es decir, que el adulto ya no es autoridad frente a la mierdalniño. Por otra parte, aprendíamos a diferenciar a nuestro enemigo: las cosas estaban claras y al menos nos orientábamos.
Bueno, comentarios aparte: ¡por fin te reencuentro! Que te había perdido la pista.
Creo que yo sería un poco como tú. De hecho yo creo que me siento responsable desde hace mucho tiempo acerca de mi paternidad y todavía no soy padre. Y eso es todo un problema, =)
Tú eres una valiente y punto pelota.
No hay salida posible:
Padres tiranos=Hijos traumatizados
Padres permisivos=Hijos tiranos
Difícil encontrar el equilibrio entre lo uno y lo otro, ¿Cabe la posibilidad de trasformar esa tiranía en una autoridad flexible? Creo en el diálogo como la principal línea de actuación, pero como padres nuestro papel resposable es ser orientadores y educadores (lo que nos posiciona a la par algo por delante de la experiencia de nuestros hijos, no crees?), debemos actuar firmes pero flexibles, inculcando el respeto (que no el miedo) y uno de los aspectos importantes son los límites, necesarios para el desarrollo de nuestros hijos. Esta teoría es muy buena, yo me acogo a ella para desempeñar mi rol de madre, pero es muy difícil ejecutarla sin sobrepasar la frontera, esa que inevitablemente nos causa culpabilidad cuando la atravesamos y somos concientes de nuestros errores. Somos humanos, ser padres no es una tarea fácil, no somos perfectos y estamos condenados a cometer fallos. El resultado surge a largo plazo, dime, realmente, siendo la persona que hoy por hoy eres, ¿Crees que tus padres lo hicieron tan mal? Por otra lado, también hay parte de responsabilidad en cada uno de lo qué somos. Debemos asumir las consecuencias de nuestros actos, ya desde padres, pero también como hijos que fuimos primero.
El que da cuanto tiene no está obligado a más. La culpa es un lastre del cual debemos aprender a desprendernos. Nuestros padres vivieron una época en la que se educaba bajo una perspectiva, con mayor o menor reflexión así creían que debían actuar. Luego los tiempos cambiaron, porque se crean otras demandas. No necesito estar apurada para no comprarle una consola a mi hijo a los cinco años, por más que pudiera permitírmelo económicamente, lo primero que debo pensar es: ¿Es esto realmente necesario? ¿Cuánto bien le hago dándole todo lo que pide? ¿Es preferible "traumatizarlo" por ser el único que no tiene unas nike y que aprenda el valor de las cosas y el esfuerzo que cuesta ganarlo a saciar sus demandas de forma inmediata? Esto no significa vetarles sus caprichos, simplemente es que hay que entender que todo en su justa medida.
El lenguaje y las acciones cotidianas que pasan desapercibidas son las que a la larga fraguan en los hijos. No se puede pretender enseñar a colaborar EQUITATIVAMENTE si por otra parte reclamamos simplemente que nos ayuden. Saber discendir entre derechos y obligaciones.
El tiempo, la dedicación y el afecto está por encima de cualquier aspecto material. Y eso, hoy por hoy, parece que se nos olvida.
Posts como estos ayudan a reflexionar, a detenerse unos instantes y decir: ¿Pero hacia dónde nos conduce toda esta vorágine de acontecimientos? Y recapacitar y revisionar de nuevo los pesos de nuestra propia balanza.
Besos!
pfff
temazo lena
somos madre y padre para nuestros hijos. Los corazones de ellos laten por atención, los nuestros también. Finalmente algun día fuimos niñas reclamando atención y viviendo con miedos. Veo a mi hijo jugando playstation y me siento culpable y quisiera hacer cosas con él pero él se resiste. Y me mira, y me mira como sufro. proteger a los niños del sufrimiento es algo con lo que nos estoy de acuerdo. Los niños necesitan de ir haciendose de recursos para esta vida dura, dura de verdad. Nosotras tenemos varones felizmente. Me aterraría comprarle barbies a mi hija y enseñarle a esperar un principe azul que la salve. Porque nadie no salva, sólo nosotros. Y nuestros hijos también juegan esta ecuacíón.
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