jueves, 4 de octubre de 2007

Pere

Hace ya unos meses que conocí a Pere, gracias a esos azares de la vida. El cayó, no me dijo nunca cómo, en mi anterior blog y se hizo seguidor de mis historias. Su primer correo me transmitió algo especial, un deseo por conocerme de manera más personal…y me tiré de cabeza a contestar su correo. Nos enviamos unos cuantos antes de encontrarnos en el Messenger. Allí descubrí a un catalán de cuarenta años, maestro de profesión que residía en Lleida por cuestiones que no venían al caso, pero cuyas raíces eran griegas. Al volver de sus vacaciones me envió un correo de sensibilidad extrema por lo que sintió en su estancia y viaje de vuelta de una Grecia arrasada por los incendios.

El caso es que en mis grandes ausencias de la red, regresé un día en el preciso momento en que él también estaba conectado y me dijo que vendría la semana próxima por trabajo a mi ciudad. No lo dudé ni un solo instante y le propuse un encuentro, aunque fuera fugaz, en el tiempo que él permaneciera aquí. Acogió mi propuesta con entusiasmo y nos vimos no quedando para tomar un café o una cerveza, sino que me hizo una deliciosa proposición deshonesta: ‘Te invito a comer a un restaurante griego’. Nunca había probado la comida griega, pero me pareció una idea estupenda para conocer de primera mano algo de esa tierra.

Nos hemos encontrado hoy a mediodía en el punto acordado, a la puerta del restaurante. Enseguida nos hemos reconocido y sin pérdida de tiempo hemos entrado al local. Ambiente en azul, poca gente, aire limpio….camareros de impecable negro que traen la carta, también en azul. Pere me mira y me invita a tomar mi carta, adivina lo que espero en mi mirada, y toma las riendas ‘¿Quieres que pida para los dos?’ ‘Sí, por favor.’ Y en un griego atronador (¿cómo suena el griego?) se dirige al camarero que toma nota de aquellos términos para mí totalmente incoherentes. Mi compañero de mesa es un anfitrión atento, me pregunta si me gustan los quesos, en general, si me gusta el vino, en general, y sigue pidiendo hasta darse por satisfecho.

El vino llega raudo, como debe ser, y en unos vasos pequeños vuelca el contenido de ese vino resinado (Retsina), de color blanco y sabor dulce, frío y gratificante al paladar. Brindamos discretamente. Ando como una niña pendiente de sus movimientos, quiero comportarme acorde a su modo de hacer. Como decía mi madre ‘Allá donde fueres, haz lo que vieres’. Empezamos a hablar de blogs, de la red, de cómo fue su viaje, de los encuentros….y llegaron los platos. La mesa se llenó con esos platos de alimentos de gran atractivo por su colorido y su presentación. Pere procede a explicarme qué es cada plato y de qué modo se le conoce:

Poikilía = una bandeja de pica-muestras. Contenía, taramosalata, crema de huevo de pescado, de color rosa; melitzanosalata, crema de berenjena; fava, crema de una especie de lentejas, parecido al hummus libanés; tzatziki, crema de iogurt y pepino y queso "feta".
Tyrópita = una empanada de pasta de hoja y queso.
Musakàs = la especie de lasaña de berenjena y patata.
Sutsukakia = unas albóndigas alargadas de carne (divinas).
Todo ello, con su pan de pita.

Me explica Pere que en Grecia la comida se sirve toda de una sola vez, se coloca todo en la mesa, y los comensales van sirviéndose indistintamente de uno u otro plato. Comenta que en los restaurantes griegos que te ofrecen un primero y luego un segundo, es que no siguen la costumbre griega. Una vez todas estas maravillas delante de nosotros, espero a ver cómo empieza Pere a servirse. Todo un hombre de mundo, sin duda, como pude comprobar no sólo en su manera de comportarse, sino escuchando algunas cosas que me iba regalando mientras comíamos.

El vinito seguía entrando, Pere atento a mi vaso. Cuando terminamos de comer, que no cuando terminamos la comida (imposible, sobró de todo), Pere me preguntó si tenía algo contra los dulces…para nada….y pidió Kataïfi (un dulce de hilos de pasta envolviendo un relleno de almendra o pistacho con miel). Y los cafés. Yo mi invariable café con hielo en correcto castellano, Pere un el·linikós, diplós, skétos ke varís. No tenía ni idea de lo que había pedido, pero el camarero hizo un gesto con su cabeza hacia un lado y hacia abajo que no me gustó nada. Le dije ‘Pere, no se qué le has pedido, pero ha puesto una cara que flipas, acompañada de un gesto de ‘si no hay más remedio…’’ Pere me dice que repita el gesto. Lo hago. Y se ríe. Yo me sorprendo de su risa discreta. Me explica. Río a carcajadas sin encontrar la medida correcta a esa risa y él sonríe sorprendido de mi risa escandalosa. La cuestión es que los griegos tienen una serie de gesticulaciones que significan cosas muy concretas, tal que lo que para mí era un gesto de ‘tócate la pera lo que pide este tipo’ significaba, ni más ni menos ‘Por supuesto que tenemos’. No puedo parar de reír y noto que algo ha dejado de ser normal en mi risa, ya de por sí suficientemente llamativa. Pere mira el reloj y me informa que llevamos dos horas comiendo y que yo le había dicho que sólo disponía de una. Confirmo mirando mi reloj, como si no creyera la hora que es y me pongo de pie rápido. En ese preciso instante tomo conciencia de lo que está pasando: la retsina ha hecho un efecto bestial sobre mí y me ha subido más de lo que podía esperarse. Pere me acompaña hasta la moto.

Al llegar al curro le digo a Natalia que tenemos que ir a comer a un griego, y rompo a reír. Natalia se ríe de verme así….Debo hacerme con alguna botellita de ese vino de largo efecto….




PD: Qué buenos productos, los griegos....

5 comentarios:

Arual dijo...

Grecia y su comida son una divinidad, yo ya me muero por regresar otra vez a aquella tierra!!

Raquel dijo...

Ay, se me ha abierto el apetito sólo con leerlo...

Sett dijo...

Muy bien.Muy bien.

Así,cosas divertidas.....

3'14 dijo...

Joroña que joroña! No se hable más, restaurante griego en breve :))

Anónimo dijo...

Yo siempre tomo un yogur griego; pero me dijeron que era una copia del turco; y que en general la comida griega era copia de la turca; claro que eso me lo dijo una mujer de Estambul, y hay un viejo proverbio griego que dice que nunca te fíes de una turca que habla de comida...
Salud!!